lunes, 5 de septiembre de 2011

Actitud en la crisis



Algunos expertos opinan que la crisis, más que una coyuntura económica desfavorable, es un estado de ánimo. Sin entrar a evaluar aspectos psicológicos que apoyan esta teoría, es evidente que la crisis se puede percibir con mayor o menor fuerza dependiendo de nuestro estado de ánimo, o mejor, de nuestra actitud frente a los problemas. Cuando se tiene una actitud positiva, cualquier obstáculo nos parece salvable, pero si se tiene una actitud 
negativa, el más pequeño inconveniente nos parece infranqueable.

Evidentemente, las crisis son las crisis, lo miremos como lo miremos. Sin embargo, en cierto modo sus efectos se pueden modelar según sea nuestra reacción a ella, según sean las decisiones que tomemos para hacerle frente. Las personas que logran conservar la tranquilidad y la calma en una situación difícil, pueden salir primero de ella, por cuanto pueden pensar fríamente, pueden calcular y evaluar variables y situaciones de forma lógica y positiva.
Ante el drama económico que nos ha tocado vivir, lo peor es sentarse y observar. Cierto que hay poca orientación sobre cómo actuar, y la pregunta que todo mundo está formulando es "¿Y ahora qué hacemos?" Dirigir un despacho en una recesión es difícil, y dirigirla en medio de una crisis sin precedentes es especialmente arduo.
Por el trabajo que realizo tengo la inmensa suerte de conocer a muchos titulares de asesorías y buenos profesionales. Y en estos momentos de vacas flacas, más que nunca, me han demostrado que ciertamente se hace camino al andar. Y sobre todo, andando con fe en lo que se está haciendo y con el convencimiento de que sólo trabajando con ahínco es posible, no sólo hacer frente a la crisis, sino incluso darle la vuelta.
Frente a la crisis debemos expandir nuestra mente para buscar nuevas soluciones en vez de bloquearnos. Además, hay que pensar que no estamos solos en esta crisis sino todos la estamos viviendo en mayor o menor medida. Por lo tanto, no es necesario desgastar nuestra energía en quejarnos y echar la culpa a otros, porque la responsabilidad es de todos.
En vez de aislarnos y sentirnos víctimas hemos de intentar salir hacia delante entre todos los miembros del despacho, cooperar, relacionarnos, dando pasos para establecer intercambios mediante la colaboración, utilizando nuestra creatividad. Hemos de mirar detenidamente también en nuestro interior y en el de nuestra organización, y descubrir qué es lo que mejor sabemos hacer. Reinventarnos es también ser capaces de mantener la confianza en nosotros  mismos y sentir que somos capaces de ir más allá de nuestras limitaciones y creencias, liberando nuestra mente de preocupaciones para dejar espacio a que las ideas nuevas aparezcan. Esto mismo es aplicable al despacho. Tanto el titular como todo el equipo humano han de tener la confianza en sus capacidades y posibilidades.
Debemos ser constantes y buscar nuevas ideas en vez de entrar en crisis. Esto implica trabajar en buscar dentro de nosotros y de nuestra organización, nuevas ideas y formas diferentes, llevarlas a cabo… Tampoco hace falta hacer grandes cambios. A veces es suficiente con la actitud.

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