martes, 6 de septiembre de 2011



Los seis pilares de la autoestima, tan necesaria, son:


-      Vivir conscientemente, sin el piloto automático.
-      Aceptarnos como somos, en lo bueno y lo menos bueno.
-      Asumir la responsabilidad de hacer de nuestra vida lo que deseamos.
-      Afirmarnos en nuestra personalidad, no buscarla en la de los demás.
-      Vivir con determinación (pensar, decidir y actuar).
-      Ser honestos y buena gente.

El maldito estrés no es la causa de lo que nos pasa, es la consecuencia de cómo nos tomamos lo que nos pasa.
La principal fuente de estrés son los medios de comunicación, con su información de catástrofes, acontecimientos y vaticinios negativos, que no obstante deben de dárnosla porque nosotros se la pedimos. Qué ironía.
Lo que realmente genera estrés es querer más de lo que es posible, y la consiguiente frustración de no conseguirlo.
Hemos de cambiar nuestra actitud para: O nos proponemos menos, o trabajamos más y mejor.

La queja que tanto practicamos es el combustible que alimenta muchos conflictos personales, y provoca que se repitan sin cesar.
Tenemos que dejar de vivir en la queja, y aprender a hacernos cargo de las auténticas necesidades que se ocultan tras esa actitud de escape.
Todos, de una u otra manera, caminamos por la vida con el deseo de que nos lleven, en lugar de ejercitar nuestras propias piernas y de asumir nuestra responsabilidad sobre la vida que queremos tener.

Las personas que se relacionan mejor y más cálidamente con los demás, sienten más los beneficios de sentir con amor, gozan de mejor salud y están más satisfechas con su vida. Así que vamos a cuidar mejor nuestras relaciones.

Una de las cosas más importantes que podemos dejar de hacer es comprar cosas que no necesitamos para impresionar a otras personas que no nos importan tanto como para esto.

Muchos padres nos matamos a trabajar para dar a nuestros sus hijos lo que creemos que les hace falta o lo que vemos que tienen los demás y, sin darnos cuenta, les privamos de lo que más falta les hace, nosotros mismos, nuestra propia presencia, que nos sientan a su lado más veces.

Sentimos miedo de perder a nuestra pareja, porque existen otras opciones y las puede elegir a ellas, en lugar de pensar lo bonito que es que, teniéndolas, nos elija a nosotros.

Una gran parte de nuestro tiempo lo dedicamos a encontrar argumentos, a veces increíbles, para seguir creyendo en lo que deseamos creer.

La vida es lo que nos va sucediendo, mientras estamos despistados haciendo planes.

La sinceridad no es decir todo lo que uno piensa, bastaría con no decir lo contrario de lo que pensamos, y sobre todo decirlo solo cuando con ello ayudemos a quien nos escucha, y hasta donde esté preparado para oír.
Si somos sinceros, para descargar nuestra necesidad de soltar, y hacemos daño ¿de qué sirve al otro? ¿y a nosotros?

No miremos solo los defectos en los demás, seguro que también tienen cosas buenas, si se equivocan no les juzguemos duramente, intentemos comprenderlos y apoyarlos, salvo que rechacen que lo hagamos, claro.

La mente flexible es la que nos permite adaptarnos mejor a nuestro entorno, y a afrontar la realidad con más confianza.
La mente flexible tiene en cuenta la norma, pero también los factores equilibrantes que la apaciguan.
Hemos de ser sensibles a los otros puntos de vista, sin vernos en la obligación de aceptarlos, pero intentando averiguar sus fundamentos. Luego ya decidiremos lo que nos parezca mejor, pero nunca antes.
No nos conviene aceptar como bueno lo que digan los demás con los que simpatizamos, simplemente porque lo digan ellos, si lo hacemos así ¿dónde está nuestra personalidad?
No temamos la controversia cuando es constructiva, hemos de ser capaces de dudar de nosotros mismos sin entrar en crisis por ello.
La perseverancia es muy buena, pero requiere de un límite para que no se convierta en fanatismo, hemos de aprender a que no es tan importante ganar siempre.

La ternura es la mezcla de la dulzura y del amor, es un estado de ánimo profundamente humano, que reconforta a quien la recibe y conmueve a quien la ofrece.
Algunas personas no recibieron bastante ternura en su juventud, lo que les dificulta sentirla y sobre todo expresarla, no les castiguemos por ello.
La ternura la expresamos cuando manifestamos una sonrisa, suave y tranquila, y la dirigimos a un niño que duerme, a un padre que envejece o a nuestra pareja cuando se tambalea.
La sentimos cuando no deseamos lastimar al otro, aun cuando sabemos que podemos hacerlo, porque es, o ahora está, frágil.
No hace falta sentirnos superiores, ni demostrarlo, incluso aunque lo fuéramos.
Nos sentimos más amados cuando mostramos nuestra debilidad sabiendo que el otro no se servirá de ella para afirmar su fuerza.

Si creemos verdaderamente en la otra persona, podremos crear un espacio en el que compartiremos voluntariamente aquello que queramos, sin mentiras ni secretos incómodos.
Quienes invaden los espacios personales de sus parejas, son aquellos que más fácilmente encuentran justificaciones para hacerlo.
Si no dejamos zonas para la intimidad y la privacidad, aparecerán los secretos y las mentiras, incluso contra la voluntad de los mismos involucrados. Dejémosles que decidan qué quieren compartir con nosotros, siendo que así lo harán más a menudo.
La confianza verdadera se da cuando crees al otro, sin necesidad de tener, ni de buscar, pruebas.

Cuando el objetivo de una disputa es encontrar sinceramente la verdad, determinar quien tenía razón pierde importancia, pero cuando lo que buscamos es saber quién gana, lo que pierde importancia es la verdad.

Cuando hablamos con los demás y decidimos insistir en nuestras soluciones, en mostrar que sabemos mucho, quizá refuerza nuestro ego, pero demostrar que nuestro punto de vista es mejor no le resultará muy útil al otro, ni a nosotros.
Sin embargo, escuchar verdaderamente su punto de vista, entender cómo vive las cosas, para comprenderle, le permitirá sentirse escuchado, respetado y mucho mejor, y le contagiaremos para que él también haga lo mismo con nosotros.

Alcanzar nuestras metas resulta más fácil si tenemos pensamientos positivos.
Hay personas que se han planteado tantas veces las mismas metas, que ya no las toman en serio, ni ellos ni su entorno, asumen que no son constantes y por eso se rinden con mucha facilidad… pero tener metas claras y concretas, importantes para nosotros, no solo para los demás, escribirlas y meditar sobre ellas muchas veces, nos ayuda a centrarnos, a usar y desarrollar nuestras fortalezas, a estructurar mejor nuestro tiempo y a tener una mayor sensación de control, de logro y de éxito.

Tener una buena familia y unos buenos amigos es vital para encontrar un lugar donde descansar de la agresividad de la vida diaria.

Tenemos la mala costumbre de ignorar lo que la vida sí que nos da, lo que sale mejor de lo que esperábamos, para centrarnos en lo que echamos de menos. Qué lástima ¿no?
Sentimos menos necesidades propias cuando más vemos, notamos y sentimos las de los demás.
No esperes a que tu amigo venga a descubrirte su necesidad, ayúdale antes.
Si considerásemos a los demás tan bien como si fuéramos nosotros, sus acciones más reprochables nos parecerían merecedoras de una mayor indulgencia.
Cuando no comprendemos una cosa, podemos declararla absurda o superior a nuestro entendimiento. Casi siempre elegimos lo primero.
Tendemos a juzgar a los demás según lo que pensamos de nosotros mismos. Así que fijémonos en lo que no nos gusta de los demás, porque tiene bastante que ver con lo que no nos gusta de nosotros.

Si la anticipación del posible problema nos lleva a tomar medidas para prevenirlo, habremos conseguido reducir los riesgos y estar más preparados.
Pero si lo que hacemos es darle muchas vueltas a lo que tememos que suceda, nos estaremos torturando absurdamente, a base de re-vivir, una y otra vez, lo mismo que tememos.
La mejor forma de librarnos de las decepciones que sufrimos es esperando solo aquello que va ocurriendo.
La gente más feliz construye su vida sobre la contrariedad, los menos felices se aferran a la contrariedad para justificar su desgracia.

La experiencia no es lo que nos va sucediendo en la vida, es lo que nosotros hacemos y aprendemos con lo que nos sucede.
La experiencia no nos la da las cosas que vamos viendo, lo hacen las cosas sobre las que reflexionamos y vivimos conscientemente.

Confiar en uno mismo no nos garantiza alcanzar nuestros objetivos, la confianza interna nos la da tener la certeza absoluta de haber hecho todo cuanto estaba en nuestra mano.

No importa lo que hayan hecho de nosotros en el pasado, lo que de verdad importa es lo que hacemos ahora con nuestro presente.

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