A veces nos preocupamos del futuro de nuestros hijos o nuestros nietos.
No sabemos si dejarles una casa para que vivan, una herencia para que estudien, o gastarnos el dinero en vivir nosotros y que se busquen la vida, como hicimos nosotros.
Muchas veces nos preguntamos ¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?" y cuando somos un poco más mayores lo ampliamos a un ¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?
Pero analicemos el mundo que recibió la generación anterior.
La guerra civil española, las dictaduras, la segunda guerra mundial, las dos bombas atómicas, Corea, Vietnam, Los Balcanes, Afganistán… y muchas otras barbaridades de la humanidad.
¿Crees que tuvieron tiempo y ganas para pensar en el mundo que iban a dejar a sus descendientes?
¿Y si solo nos preocupásemos de dejarles la mejor formación posible (técnica, emocional y moral), y libertad para que ellos construyan el mundo que deseen?
¿Y si nos esforzamos en que sean gente responsable de su propia vida y de colaborar en mejorar la de todos, que sea sana, de mirada limpia, con buenas intenciones, honrados, no murmuradores, sinceros, leales… o sea “buena gente”?
¿Y qué tal si esto lo reforzamos con nuestro ejemplo?
¿No harán ellos solos, así, un mundo mejor?
¿Y si en lugar de preocuparnos por qué mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, nos preocupamos por qué hijos vamos a dejar a este mundo?
A los padres les diría que somos muy importantes, que tenemos una gran responsabilidad, y que podemos mejorar el mundo solo con mejorar a nuestros hijos.
Y a los hijos les diría que dejen de quejarse del mundo que les dejamos los padres, que asuman su responsabilidad y que construyan el mundo que desean, desde este mismo momento.
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