domingo, 4 de septiembre de 2011

Un problema para reflexionar




Advertencia: Ten en  cuenta que no hay trampas, no hay cosas escondidas, todo está a la  vista.

Algo más: si no conoces el ejemplo, permíteme una sugerencia. Trata de pensarlo sólo, porque vale la pena. En particular, porque demuestra que lo que crees  sobre ti mismo a lo mejor no es tan cierto. O, en todo caso, es incompleto.


La cuestión: Antonio, padre de  Roberto, un niño de 8 años, sale conduciendo desde su casa en  Madrid y se dirige rumbo a Valencia.

Roberto, va con  él.

En el camino se  produce un terrible accidente. Un camión, que venía de frente, se sale de la autopista y embiste de frente al auto de  Antonio.

El impacto mata  instantáneamente a Antonio, pero Roberto sigue con vida.

Una ambulancia de Valencia llega casi de inmediato, advertida por quienes fueron ocasionales  testigos, y el niño es trasladado al hospital.

No llega bien, los  médicos de guardia comienzan a tratar al niño con mucha dedicación pero,  luego de intercambiar opiniones y estabilizarle las condiciones  vitales, deciden que no pueden resolver el  problema de Roberto. Necesitan consultar. Además, advierten  el riesgo de trasladar al niño y, por eso, deciden dejarlo internado  allí, en Valencia.
Luego de las consultas pertinentes, se comunican  con el Hospital de Niños de Madrid y finalmente conversan con una  eminencia en el tema a quien ponen en conocimiento de lo ocurrido. Como  todos concuerdan que lo mejor es dejar a Roberto en Valencia, la  eminencia decide viajar directamente desde Madrid hacia allá.  Y lo hace.
Los médicos del lugar  le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión. Finalmente, uno  de ellos es el primero en hablar: "¿Está usted en condiciones de  tratar al niño?", pregunta con un hilo de voz.

Y obtiene la siguiente  respuesta:

- "¡Cómo no lo voy a  tratar si es mi hijo!".
  La reflexión: Bien, hasta aquí, la  historia. Está en ti el tratar de pensar una manera de que tenga  sentido. Como no compartimos la habitación, o donde sea que estés, te insisto en que no hay trampas, no hay nada oculto. Y antes  de que leas la solución, quiero agregar algunos datos:

a) Antonio no es el  padrastro.

b) Antonio no es  cura.

Ahora sí, te dejo en  compañía de tu imaginación. Eso sí, te sugiero que leas otra vez la  descripción del problema y, créeme, es muy, muy sencillo.

SOLUCIÓN MÁS ABAJO  ---- EVITA LEERLA HASTA INTENTAR SOLUCIONARLO

  La Solución:  Lo notable de este  problema es lo sencillo de la respuesta.

Peor aún: no bien la  leas, si es que no pudiste resolverlo, te vas a dar la cabeza contra  la pared pensando, ¿cómo puede ser posible que no se me hubiera  ocurrido? La solución es que la eminencia de la que se habla, es la  madre. Este punto es clave en toda la discusión del problema. Como se advierte (si quieres vuelve y relee todo), nunca se hace mención al  sexo de la eminencia. En ninguna parte.

Pero nosotros tenemos  tan interiorizado que las eminencias tienen que ser hombres que no podemos  pensarla mujer.
 
Y esto va mucho más allá de que puestos ante la disyuntiva explícita de decidir si una eminencia puede o no puede ser una mujer, creo que ninguno de nosotros dudaría en aceptar la posibilidad tanto en una mujer como en un hombre.

Sin embargo, en este  caso, falla. No siempre se obtiene esa respuesta.

Más aún: hay muchas  mujeres que no pueden resolver el problema y cuando conocen la solución se  sienten atrapadas por la misma conducta machista que condenan.

En fin, creo que es un  ejercicio muy interesante para analizar nuestras propias complicaciones y  laberintos  internos.

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