martes, 6 de septiembre de 2011

Sobre la depresión


La depresión en una verdadera fuente de sufrimiento, que nos roba la alegría y nos inyecta una maldita impotencia, pero lo peor es que, a diferencia de otras enfermedades,  solo la ve quien la padece, lo que genera la incomprensión de los demás, haciéndola aun más grave.

Los pensamientos negativos desempeñan un papel muy importante en la depresión y en nuestro estado de ánimo y, a su vez,  un estado de ánimo negativo genera pensamientos negativos, y así se retroalimentan unos a otros.
Lo mismo ocurre con las consecuencias físicas que provoca la depresión (tensión, dolores, agitación, fatiga, pérdida de apetito, aumento de peso, ciclos del sueño alterados…) que nos dejan “chafados” y así se nutren los pensamientos negativos.

Todo ello se debe a un patrón mental o modo de funcionamiento de la mente, que se activa de forma automática, por algo desagradable sobre lo que apenas nos dimos cuenta o que ya ni siquiera recordamos, y que debería tener como objetivo eliminar las sensaciones que nos provoca la brecha que existe entre como son las cosas realmente y como nos gustaría que fuesen, lo que está bien en periodos de normalidad, pero que se vuelve en nuestra contra en una fase depresiva.

Cuantas más veces hayamos estado sufriendo estados depresivos en el pasado, más frecuentes e intensos son los diálogos interiores que mantenemos con interminables preguntas, que nos conducen a una autocritica injustificada y a sentimientos de culpabilidad, en un automonólogo que no paramos de rumiar.

¿Y qué podemos hacer?

Poner en marcha la conciencia, muchas veces dormida, a través  de la atención plena, poniendo toda nuestra atención en las cosas, tal y como son ahora y aquí, sin juzgar, sin analizar, dejando a un lado nuestros objetivos y deseos, dando la bienvenida al momento presente, tal y como es, al margen de cómo nos gustaría que fuese, desconectando el piloto automático con el que vivimos la mayor parte del tiempo y siendo conscientes de que nuestros pensamientos solo son acontecimientos mentales pasajeros que no tienen porque coincidir con la realidad.

También podemos cambiar el ritmo frenético que caracteriza nuestras vidas y prestar más atención a nuestras sensaciones conscientes, a las actividades que vamos haciendo a lo largo del día.

Cuando comemos, cuando lavamos los platos, cuando conducimos… caemos fácilmente en el hábito ya arraigado de soñar despiertos, de resolver problemas mentalmente, de rumiar cada pensamiento, y así es muy probable caer en lo patrones de los pensamientos negativos, de forma inconsciente.

Esto es lo que vamos a evitar, dándonos cuenta, detectando cuando vamos con el piloto automático y salir de él para adoptar una consciencia plena que solo nosotros controlamos.

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