martes, 6 de septiembre de 2011

El diario de ella y el diario de él



El diario de Ella

El sábado por la noche lo encontré raro.
Habíamos quedado en encontrarnos en un bar para tomar una copa.
Estuve toda la tarde de compras con unas amigas y pensé que era culpa mía porque llegué con un poco de retraso a mi cita, pero él no hizo ningún comentario.


La conversación no era muy animada, así que le propuse ir a un lugar más íntimo para poder charlar más tranquilamente.
Fuimos a un restaurante y él se seguía portando de forma extraña.
Estaba como ausente. Intenté que se animara y empecé a pensar si sería por culpa mía o por cualquier otra cosa.
Le pregunté y me dijo que no tenía que ver conmigo.
Pero no me quedé muy convencida.


En el camino para casa, en el coche, le dije que lo quería mucho y él se limitó a pasarme el brazo por los hombros, sin contestarme.
No sé cómo explicar su actitud, porque no me dijo que él también me quería, no dijo nada y yo estaba cada vez más preocupada.


Llegamos por fin a casa y en ese momento pensé que quería dejarme.
Por eso intenté hacerle hablar, pero encendió la tele y se puso a mirarla con aire distante, como haciéndome ver que todo había terminado entre nosotros. Por fin desistí y le dije que me iba a la cama.
Más o menos diez minutos más tarde, él vino también y, para mi sorpresa, correspondió a mis caricias e hicimos el amor.
Pero seguía teniendo un aire distraído.
Después quise afrontar la situación, hablar con él cuanto antes, pero se quedó dormido.
Empecé a llorar y lloré hasta quedarme adormecida.
Ya no sé qué hacer.
Estoy casi segura de que sus pensamientos están con otra.
Mi vida es un autentico infierno.




El diario de Él


Ayer perdió el Madrid.
Al menos eché un polvo.

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