REFLEXIONES GENERALES
Vivir el instante es lo único que tenemos, es lo esencial, es vivir de verdad la vida.
Es lo más importante a lo que nos habríamos de dedicar en nuestra vida.
Puede ser ese cielo que esperamos para después y que tenemos aquí y ahora.
Cualquier otra actitud supone un dejarse llevar inconsciente, sin sentir la vida, es como no vivirla, o como vivirla medio dormido, es como pasar junto a algo hermoso y no darnos cuenta ni disfrutarlo.
Cualquier cosa que no es ahora, es nada.
No vivir y disfrutar de cada instante es como echar trozos de nuestras vidas a la basura, y lo peor es que ya no los podremos recuperar de ese contenedor.
El pasado es el que fue, nos puede aportar experiencia, pero un análisis demasiado exhaustivo nos despistará del presente.
Preparar el futuro nos dispondrá mejor para cuando se transforme en el presente, pero planificarlo en exceso nos resta momentos de la vida actual, que es la única que hay realmente.
Y esto nos ha de llevar al equilibrio, imprescindible para disfrutar de cada instante.
Para el cambio de actitud hacia esa otra manera de vivir, ha de surgir primero un verdadero deseo, y después potenciar al máximo la imprescindible consciencia.
Será inevitable que, de vez en cuando, aunque será cada vez menos, la mente nos lleve a la inercia de lo que le resulte más cómodo, a las rutinas aprendidas e instaladas, a la hiperactividad estresante.
Solo hay que darse cuenta, sin implicarnos y sin agobios, y volver a la consciencia del aquí y del ahora.
REFLEXIONES PERSONALES
Nuestra actitud habitual e instalada durante años nos llevará a eludir nuestra responsabilidad sobre nosotros mismos y nuestro destino.
También echaremos balones fuera y pensaremos que esto son cosas de esas “raras” que no sirven para nada y que no van conmigo.
Si es así te sugiero que abras la mente y te plantees lo poco que pierdes probando y experimentado por ti mismo, y aceptando la posibilidad de que puede haber otras maneras de vivir la vida.
Quizá hayas de parar en tu vida y pensar en lo placentero que es:
- Aprender y mejorar de todas las cosas que te vayan pasando en la vida.
- Buscar tus propios principios y que los de los demás solo sean meras referencias.
- Que no necesites tantas veces la aprobación de los demás.
- Que asumas lo buenos maestros que son los garantizados problemas y conflictos que vas a tener y aprendas a disfrutar con su resolución o, si esto no es posible, con su aceptación.
- Darte cuenta de la fuerza de los pensamientos positivos.
- Repasar el pasado solo para construir tu propio futuro, sin despistarnos del presente.
Quizá tengas que darte cuenta de que, inconscientemente y casi siempre, nos estamos dejando atrapar por la competitividad, esa agobiante actitud que nos lleva a continuas comparaciones de lo que tenemos, de lo que pensamos que es la verdad, de lo que creemos son nuestros defectos o nuestras gracias, todo ello en relación con lo que tienen y son los demás, y así lo convertimos en algo gratificante si nos creemos más o mejores o en algo frustrante si nos creemos menos o peor.
Si casi siempre estamos juzgando y comparando, la consecuencia es que podemos pasar del sentirnos bien a sentirnos mal, y que ello ocurre en función de nuestra actitud, sin que sea cuestión de los demás.
Para vivir el instante y vivir de verdad, has de asumir que todo depende de ti mismo, solo tú lo puedes conseguir, o no.
Habrás de adoptar una actitud protagonista, deberás dejar de juzgar y fijarte tanto en lo demás y en los demás y empezar a observar y observarte a ti mismo, modificando aquello que notes que no te permite ser tu mismo y empezando a dejar de ser el reflejo de lo que admiras.
No importa el resultado final, este camino se anda tranquilamente, sin obsesiones, sin agobios, disfrutando de cada paso, incluidos los equivocados, pero dándote cuenta de todo lo que va pasando y siendo lo más consciente que te sea posible.
SUGERENCIAS PARA VIVIR EL INSTANTE
Hay cosas básicas sobre las que deberemos apoyar prioritariamente nuestras actitudes y nuestros principios:
La felicidad, la nuestra y la de los demás, por ese orden.
La libertad, la nuestra y la de los demás, de forma simultánea.
El amor tolerante y sin condiciones, hacia nosotros y hacia todo lo demás.
El vivir conscientemente, disfrutando de cada cosa y de todo.
Lo importante que es el aquí y el ahora.
La flexibilidad que nos evita los agobios y promueve nuestra evolución.
La necesidad de los problemas que nos ayudan a mejorar.
Como nada es estático, ni para siempre, todo va cambiado cada día.
Hay que desapegarse de los malos momentos que siempre van a venir a visitarnos, porque estamos seguros de que ineludiblemente cambiarán o terminarán.
Los observaremos tranquila y objetivamente, los comprenderemos y los analizaremos, y así apenas nos afectarán.
Habremos de ser conscientes de cada momento, escuchando, observando y sintiendo.
Cuando lleguen la inconsciencia y los despistes por los pensamientos acerca de los momentos que no existen, no los rechazaremos y los dejaremos fluir, para no implicarnos en ellos, para volver a centrarnos en el presente, en cada uno de nuestros exclusivos instantes.
Vamos a darnos cuenta de que la rutina nos envuelve y nos absorbe, y de que solo la podemos controlar desde la consciencia continua.
Vamos a aprender a escuchar, afuera y adentro.
Así iremos adquiriendo poco a poco la mejor sabiduría, la que se basa en nuestras propias experiencias.
Cuando miramos y observamos, hemos de lograr ver lo que realmente hay, lo que realmente es, sin los filtros y las distorsiones de nuestra subjetividad, de nuestros juicios previos, de lo que deseamos ver, de lo que los demás nos dicen o han dicho en toda nuestra vida que es.
La claridad es imprescindible para un buen análisis, para observar y contrastar, y para elegir por nosotros mismos.
Hemos de darnos cuenta de donde estamos y de lo que somos, sin confundirlo con lo que creemos o deseamos ser o estar.
Así, con buenos juicios, nuestras decisiones y actos serán más conscientes y más acertados.
No nos vamos a comparar con nada ni con nadie.
Solo nos va a importar lo que sentimos nosotros con lo que tenemos y lo que somos ahora.
No vamos a buscar ideales afuera, los buscaremos dentro de nosotros mismos.
Vamos a asumir que es más cómodo hablar y juzgar, que escuchar y aceptar los juicios nuestros y de los demás sobre nosotros, sabiendo no obstante que lo primero solo nos da las coartadas y lo segundo es lo que nos va a ayudar a evolucionar.
Así, con la paz que nos proporcionará el no juzgar ni comparar, nos sentiremos mejor y disfrutaremos más de cada uno de nuestros únicos e irrepetibles instantes.
Vamos a empezar a saborear y a hacer aquellas cosas que nos hacen sentir bien, y disfrutar en ese mismo momento.
Tendremos en consideración la opinión de los demás, pero no como para que nos afecte tanto que al final les cedamos el poder y el derecho de no que no nos dejen ser nosotros mismos.
Así cantaremos, bailaremos, actuaremos,… como si estuviéramos solos y ajenos a los pareceres de otros, disfrutando desde dentro y al margen de los juicios de los demás.
Vamos a ser flexibles.
No todo lo que nos acontezca nos gustará, ni ocurrirá en la forma que pensábamos, ni cuando nos gustaría que pasase.
Un enfrentamiento rígido ante la adversidad generará un nuevo problema añadido y su lógico malestar.
Vamos a encontrar la manera de adaptarnos tranquilamente a lo que nos vaya llegando, solventándolo o incorporándolo, como hace la sabia naturaleza.
Vamos a fijarnos expectativas como un reto flexible, y no como listones inamovibles.
Lo ideal es vivir cada instante, pero ni siquiera esto nos debe obsesionar, sobre todo por que eso mismo es lo que nos lo impediría o nos lo dificultará un poco más.
Así nos permitiremos una evolución personal moderada pero implacablemente perfecta, feliz y equilibrada.
Vamos a fijarnos y observar a nuestros egos.
Sin enfrentarnos a ellos, forman parte de nuestra naturaleza humana.
Sin ignorarlos y sin dejarles que nos dominen.
Así aprenderemos a convivir con ellos, sin que nos impidan vivir y disfrutar cada instante.
Vamos a ser asertivos los más momentos que nos sea posible.
Nos daremos cuenta de cuando estamos siendo pasivos o agresivos y buscaremos el equilibrio de la actitud asertiva.
No le tendremos miedo al miedo, solo hemos de darnos cuenta de él y cuidarnos de que no nos paralice.
Comprobaremos que los pensamientos positivos nos dan fuerza (mental y física) y los negativos nos la quitan, y empezaremos a cultivar los positivos y a dejar pasar los negativos.
Ya decimos muchas veces lo que no nos gusta, pues también y sobre todo, ahora vamos a decir lo que sí que nos gusta.
Así conseguiremos lo que deseamos y lo disfrutaremos, sin que los demás se enojen por nuestra actitud. Si se han de enfadar por lo que hacemos o sentir mal por lo que no hacemos, que sea por su actitud, no por la nuestra.
Vamos a sentirnos responsables de nosotros mismos, de cómo nos va la vida, de las cosas que nos van pasando, de cómo nos sentimos, de cómo somos, de cómo nos tratan los demás, …
Vamos a dejar de echar la culpa y la responsabilidad a circunstancias ajenas a nosotros, a lo demás y a los demás, porque al final hemos terminando creyendo que no podemos hacer nada por nuestras vidas y la observamos como desde fuera, con la comodidad de creernos que son otros y otras cosas los que no nos dejan cambiarla.
Así, sabiendo que somos nosotros los que elegimos, consciente o inconscientemente, elegiremos vivir la vida en cada instante.
Vamos a fijarnos en que le damos nosotros a nuestras vidas y que ponemos de nuestra parte, para que nos sintamos en el derecho de exigirle que ella nos dé ahora mismo lo que tanto deseamos.
Así, con más autocrítica, fluirán mejor las respuestas y las soluciones.
Vamos a vivir cada día, como si fuera el último.
Vamos a hacer todo aquello que no nos querríamos dejar pendiente si la vida nos dejara, lo vamos a priorizar y a planificar, y sobre todo vamos a empezar ya.
Vamos a hacer que lo que siempre ha sido ordinario ahora sea extraordinario.
Vamos a anotar en algún calendario visible y al final de cada jornada, si ese día lo hemos vivido de verdad, y así sabremos y nos daremos cuenta de los días que realmente vivimos y los días que solamente estamos aquí.
Con estas reflexiones, las que añadas tú mismo y las que aprenderás en el camino, vivirás realmente cada instante de tu vida, siempre que esa sea tu verdadera decisión consciente y la incorpores plenamente a tu actitud.
Y si no lo consigues tan pronto como tu quisieras, no te preocupes, disfruta mientras lo vas intentando y comprobando que cada vez es un poquito más fácil.
Y si crees que esto no se puede conseguir, pero al menos tienes la valentía de decidir intentarlo, ese solo hecho y ser consciente de lo que va pasando en tu vida, ya te hará sentir mejor y vivir más plenamente cada instante, y por tanto la vida, y por ahora, que sepamos, es lo único y la única que tenemos.
OTRA REFLEXIÓN SOBRE VIVIR EL AQUÍ Y EL AHORA
Nos convencemos y nos decimos a nosotros mismos que la vida será mejor después de algo que ahora no tenemos y deseamos.
Después de terminar la carrera, después de conseguir trabajo, después de casarnos, después de tener un hijo, después de tener otro, después de conseguir el aumento de sueldo, después de organizar mejor mi empresa, después de tener tal coche, después de que lleguen las vacaciones, después de retirarnos, después de …
No sentimos frustrados cuando hemos conseguido lo que esperábamos y poco después nos damos cuenta de que ahora nos falta cualquier otra cosa.
La verdad es que no hay mejor momento para ser feliz y vivir de verdad la vida que ahora mismo.
Si no es ahora, ¿Cuándo?
La vida está llena de luegos, de retos, de objetivos que lograr, …
Es mejor darse cuenta y decidir ser felices ahora.
Nos hay un después, ni un camino para llegar a la felicidad, porque la felicidad es el camino, y el camino lo estamos andando ahora.
Atesora cada momento que vives, disfrútalo y compártelo.
Así que deja de esperar a que termines de estudiar, hasta que te enamores, hasta que encuentres trabajo, hasta que te cases, hasta que tengas hijos, hasta que se vayan de casa, hasta que te divorcies, hasta que pierdas esos kilos de más, hasta el viernes por la noche, hasta el partido de tu equipo, hasta que se pase el frío, hasta que se pase el calor, hasta que te jubiles, hasta que te mueras, hasta … y decide que no hay mejor momento para ser feliz que justamente este mismo, ahora, aquí.
La felicidad es un trayecto, no un destino.
Trabaja como si no necesitaras el dinero.
Ama como si nunca te hubieses herido.
Baila como si nadie te estuviera viendo.
Disfruta cada momento como si fuera el último.
Y empieza a hacerlo, ahora mismo.
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